PULSO

 

Inspiro profundamente… mantengo un segundo, dos... tres y dejo que salga el aire; otra profunda inspiración, siento mis costillas, mis costados y… suelto el aire, recorro la actividad electromagnética que puedo percibir en toda la extensión de mi piel; una inspiración más, lenta, larga, sin apuro, dejo que mi cuerpo se expanda y marque el ritmo,  vuelvo mi atención hacia mis vísceras… contengo largo, pongo mi atención e intención en el pulso de mi corazón… un segundo más… y me entrego plácidamente al pulso; el que compartimos, el pulso en el que nos encontramos, en el que nos reconocemos, el que nos contiene. El pulso que me abre a la vida y al aprendizaje en la vida.

Reconozco ese pulso en todos los habitantes, en todas las manifestaciones de La Madre. La Madre, el amor primal, la fuente de energía que habitamos y que nos habita, la que construimos con cada pensamiento generado, en todas las palabras, en los sentimientos que elegimos acoger, en las acciones emprendidas, fundidos, siendo parte, conformándonos en pulso de vida.

Reconozco ese pulso en todos los elementos, en todas las existencias, dentro de mi y a mi alrededor y en todos los tiempos también. Elijo volcar mi atención en amplitud y profundidad en este segundo y habitarlo, habitarnos en este eje tan móvil como quieto, desplegar toda mi atención en él, liberando mis direcciones … entonces sucede que se abre nuevo, cada vez nuevo, en brote, en capullo, en plena inflorescencia y así también la vida toda empieza dentro de mi y a mi alrededor, en continua transformación, en equilibrio.

Honor a la amplitud de los segundos y a las veces en que decides visitar tus segundos ampliamente. Respeto todas las luchas que llevas, todos tus pulsos, todos los movimientos que haces para estar mejor. Amor a todos los segundos descubiertos como primavera, como renuevo, como presente, como posibilidad constante.

Feliz de renacer en tus pasos; ten la felicidad de renacer en los míos. Nos habitamos.

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