HABITAMOS EL AIRE
Habitamos el air
En esta expresión magnífica de la vida, en esta
experiencia humana, habitamos el aire…también. Nuestro cuerpo orgánico
interviene el aire en volumen y desplazamientos y se vale de él para bombear
los segundos y vivir.
Nuestra voz viaja en el aire la mayor parte del
tiempo, movilizándolo en ondas armonizantes a veces, disruptivas otras veces;
portando melodías o palabras en todos los lenguajes e idiomas… o en inventos juguetones,
espontáneos de palabras fusionadas y términos graciosos invisibles para las
RAEs de las lenguas oficializadas. O abriendo poderosos núcleos energéticos
cuando porta fonemas y mantras, cuando conjura conciencia y voluntad, atención
e intención en un fin ancestro, mayor que la laringe que la emite a través del
aire y en el aire, movilizando partículas, transformando átomos, cristalizándose
en emociones sentidas por la orilla a la que llegan estas frecuencias: una
planta, un perro, un humano… provocando cambios, eligiendo posibilidades,
decidiendo si fluír en onda o colapsar en materia. Considerar que, en el mismo
acto de emisión, la voz portadora, trasladada por el aire, interviene la orilla
del cuerpo que la emite… como es adentro, es afuera.
Nuestras esencias habitan el aire, terpenos,
ésteres y demases partículas que estimulan el olfato, provocando, siempre
provocando en el amplio abanico de sensaciones: ensoñanciones o disruptivas
toses y arcadas… el aire traslada las venenosas partículas tóxicas y mortales.
Habitamos el aire también y estamos conectados
por esta red de partículas que, intervenidas por atenciones e intenciones, se
movilizan en frecuencias e interpelan nuestro cuerpo orgánico, nuestra
sensorialidad y nuestra emocionalidad…ahora, cierre los ojos y permítase sentir
mi atención puesta en usted, mi intención de replicar la amorosa contención de
la energía en la que habitamos, transmitida en todo el aire que hay entre su
existencia orgánica y la mía.
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